Lo imprevisible, un concepto con aura misteriosa que acecha a todo proyecto o institución, en su camino comercial. Puede ser algo bueno o malo, provenir de cualquier fuente e impactar solo una parte o todo lo construido.
Un fenómeno natural que produce daños físicos, un escándalo relacionado a la marca, nuevas disposiciones impositivas o regulatorias, el surgimiento de un nuevo nicho, una alianza comercial en potencia. Lo que sea, en cualquier momento.
Realmente le hace honor a su aura de misterio y nos tiene expectantes, con el pelo erizado y una gran duda existencial… ¿Estoy preparado?
En un artículo para la Revista Scientific en 2019, María Auxiliadora Pérez habla la complejidad que deben afrontar las gerencias empresariales en su procesos de toma de decisiones estratégicas, al entrelazarse relaciones, intereses, contradicciones, riesgos y beneficios.
La autora aborda la nota con la premisa de una necesidad de flexibilidad cognitiva en la toma de decisiones estratégicas. Para hacerlo utiliza la voz de diferentes autores que aportan una luz sobre el tema.
Alex Gray por ejemplo, autor de “las diez competencias necesarias para prosperar en la Cuarta Revolución Industrial”, en el Foro Mundial de Davos en 2016, plantea que la flexibilidad cognitiva implica que la persona experimente una especie de modificación estructural cognitiva al relacionar pensamientos e ideas, de modo no arbitrario y sustancial, trasladando a nuevos contextos el conocimiento adquirido.
Se cita también al Portal de la Escuela de Negocios (EAE) que estipula que la flexibilidad cognitiva correctamente administrada, permite afrontar de “modo óptimo, escenarios cambiantes, adaptar actividades, funciones y comportamientos a los requerimientos específicos de cada nuevo contexto… asumir tareas y responsabilidades múltiples, complejas y eventualmente descontextualizadas”.
En definitiva es la capacidad de enfrentar un cambio de contexto o circunstancias sin quedar como náufrago sin botella, en el medio de mar.
María Auxiliadora Pérez, como conclusión de su investigación, determina que el papel de la flexibilidad cognitiva es esencial al brindar la posibilidad de variar de estrategia en un determinado curso de acción, cuando los resultados obtenidos se desvían del objetivo, captando diferentes perspectivas de una misma realidad y descubriendo múltiples matices de un mismo problema.
Pablo Román Lüscher, Director del Diplomado en Liderazgo, Capital Humano y Neurociencia Cognitiva de la Universidad UMSA también aborda la flexibilidad cognitiva y expresa que, por una parte adquiere gran relevancia a la hora de pensar en la conformación de los equipos de trabajo o al momento de seleccionar al líder de los equipos y las organizaciones; y por la otra, se hace esencial en un contexto de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad.
Asocia el concepto con la inteligencia fluida, definida como la capacidad de resolver nuevos problemas, usar la lógica en situaciones nuevas de forma flexible e identificar patrones, donde se destaca nuestra capacidad para razonar y contrastar datos. Oro en polvo para un puesto gerencial.
Todo muy lindo con los conceptos abstractos y las palabras pomposas. Pero ¿qué implica realmente para una empresa contar con Recursos Humanos sin flexibilidad?
El sitio web de El Candidato Idóneo publica en una nota los indicadores que pueden demostrar el nivel de flexibilidad de las personas en una selección de personal, por ejemplo. Enumeramos algunos para tener en cuenta:
- No se adapta el nivel de conocimientos o estudios a las necesidades actuales del puesto de trabajo.
- Surgen prejuicios, estereotipos, actitudes discriminatorias u opiniones rígidas ante personas por cuestiones de raza, religión o sexo.
- Un continuo cambio de trabajos.
- Una actitud de resistencia a los procesos de selección
- No adaptación al entorno laboral (por ejemplo, estar tres años en situación de desempleo y no haber actualizado conocimientos).
Entre los inconvenientes de contar con un bajo nivel de flexibilidad en el personal se mencionan:
- Dificultad para adaptar metodologías o planes de actuación ante una nueva situación.
- Dificultad y falta de disposición para comprender cambios de contexto.
- Rigidez para entender al otro.
- Obstaculización o ralentización de la velocidad de adaptación o aprendizaje.
- Un aprendizaje más bajo.
- Maltrato al cliente, falta de entendimiento y dificultad para la negociación.
Vaya lista negra para una nómina de empleados. Para evitarlo, hay que empezar a pensar en la flexibilidad cognitiva como un filtro fundamental a la hora de incorporar o retener personal.
Para Lüscher este fenómeno pasa a ser una función básica que agrupa cualidades como la creatividad, la curiosidad, la empatía, la imaginación o la resiliencia. Proporciona entonces el reconocimiento, identificación, ajustes de perspectiva, capacidad de percibir y comprensión del punto de vista del otro; lo que implica el reconocimiento del otro, entendiendo sus sentimientos y sensaciones, pero también diferenciando las emociones propias de las ajenas (autorregulación).
No hace falta imaginar el potencial desastre de tener una gerencia con rigidez y rechazo al cambio, es por eso que las empresas deben repensar quiénes quieren ser como marca y quiénes las van a comandar a buen puerto.
Una gerencia debe contar con un líder preparado para actuar en cualquier escenario y situación, porque el mundo cambia a cada instante. La flexibilidad cognitiva, es más que algo que desearíamos tener… es la clave para sobrevivir en esta gran batalla campal, que llamamos mercado.